Cuando Valeria Schapira compró a Joy en un criadero de labradores, jamás imaginó que aquel cachorro con displasia de cadera iba a ser un gran maestro en su vida. Confiesa, y también recuerda con un poco de tristeza, que lo hizo cuando todavía pensaba que a los animales se los compraba, como se compra una cartera. "Joy me enseñó todo acerca del proteccionismo porque nació con displasia de cadera producto de una mala cruza. Y eso me hizo abrir los ojos y descubrir el maltrato que sufren con este tipo de prácticas. Además de quererlo, desde hace once años estoy abocada a cuidarlo. Habiendo tantos animales que esperan un hogar -perritos viejos, enfermos o sin casa y a merced de los avatares de la vida en las calles-, Joy me mostró que si uno puede adoptar y no comprar, siempre salva una vida". Por eso Valeria ahora tiene una presencia activa en la difusión, concientización y campañas destinadas a rescatar y rehabilitar animales en situación de calle.
Pero eso no fue todo lo que Joy estaba destinado a enseñarle. Apenas pasado el cumpleaños número diez de Joy, casi como una ironía o como un guiño del Universo, un buen día Valeria (que es Licenciada en Comunicación Social y que trabaja desde 1992 en radio, televisión y medios gráficos) se encontró escribiendo un libro destinado a afrontar, enfrentar, superar y sanar la pérdida de un animal amado. Es que el paso de los años en su amado compañero de cuatro patas la llevó a reflexionar acerca de la finitud. "No es que crea que Joy esté por irse, lo acompaña la salud y mi obsesivo cuidado de idische mame perruna. Pero tengo plena consciencia de que un perro vive, como mucho, un quince por ciento de lo que vive un humano promedio".
Por eso, a partir de su vínculo con Joy, se propuso compartir una serie de manual o caja de herramientas para afrontar la partida de los compañeros de cuatro patas. Qué hacer cuando el animal se enferma, qué tipos de terapias pueden mejorar su calidad de vida, cómo hablar con los niños de la muerte, cómo superar su ausencia, entre otros temas, forman parte de Adiós, cómo afrontar la partida de nuestros mejores amigos (de Penguin Random House Grupo Editorial). "Cuando muere un humano, conocemos los pasos prácticos y, si somos religiosos, los rituales a seguir. Mucha gente paga seguros de vida, la cuota de su parcela en un cementerio, o ha indicado a sus familiares de manera formal o como una expresión de deseos si prefiere ser velada, cremada, enterrada, si es donante de órganos, etc. Lo mismo a nivel religioso: hay quienes quieren que su último adiós siga determinados rituales y otros que eligen irse en un discreto silencio. Pero parece que de eso no se habla cuando se trata de los animales del hogar", explica la autora.
En su libro, Schapira también aborda la posibilidad de la eutanasia, a la que mucha gente nonmbra con el eufemismo "poner a dormir", cómo tomar la decisión, si tomarla. Pero también habla acerca de la muerte traumática y los sentimientos de culpa que aparecen. "Wallace Saif, un psicólogo que tiene una línea muy interesante de pensamiento sugiere que puede ayudar mucho cuando uno tiene tanta culpa pensar qué pensaría, valga la redundancia, nuestro querido animal acerca de nuestra culpa y remordimiento, tenía tanto amor por nosotros que con certeza no querría que continuáramos de esa manera y que perdonarnos sería una forma de honrarlo".
Respetar los tiempo, no pretender que todo vuelva a ser como antes, tener paciencia, aceptar los cambios, no intentar explicar nada a los demás, permitirse descargarse, no dejarse apurar, sobre todo respetar el deseo de la soledad y no tomar decisiones importantes como adoptar a nuevos animalitos porque no se reemplazan como si fueran cosas, son algunos de los consejos que Schapira ofrece para transitar el duelo.
"Cuando se muere uno de nuestros animales de compañía sufrimos terriblemente porque ellos son nuestros amigos incondicionales, son familia, son parte nuestra, son nuestros mejores amigos. Los animales son seres que nos hablan de pureza y fidelidad. Paco Catalán, dibujante animalista, dice que siempre ha pensado que el perro es un animal que no merecemos por tanto amor, fidelidad y pureza considerando lo poco que valoramos todo esto". Y esa es la razón por la que la autora sugiere abrirse al vínculo, con el objetivo de lograr una conexión sincera y profunda con las propias vulnerabilidades. "Cuanto más nos abrimos a este amor incondicional, más conectamos con nuestras propias vulnerabilidades, más nos permitimos acceder a nuestras oscuridades que tenemos que cambiar. Creo que para eso vienen los animales: para volvernos más animales y hacernos menos humanos en aquello que tenemos que cambiar. Son seres que nos modifican. Y, aunque tenemos la ilusión de que elegimos al animal, en realidad es el animal quien nos elige a nosotros para enseñarnos algo. Juntos caminamos el tiempo suficiente para aprender determinada lección".
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